• “O ellos aprendían a hablar o nada de hembras”

Entrevista a Derek Bickerton, investigador del origen del lenguaje humano


Por Lluís Amiguet - La Contra de La Vanguardia.

Somos lenguaje. Por eso este científico (“Lingua ex machina”, ed. Gelisa) sabe de dónde venimos y lo explica en “Ciutat del Coneixement”. Nacimos, como hablantes y como personas, de dos fracasos. Simios más fuertes nos echaron de los árboles y su fácil fruta fresca: tuvimos que buscarnos la vida en la sabana y aprender allí a lanzar piedras para comer y no ser comidos. Ese esfuerzo nos procuró la potencia mental para empezar a hablar y pensar como personas. Después, otro fracaso, el de los machos ante el supermacho alfa, nos obligó a ponernos de acuerdo para que los de menos músculo y más lengua pudieran acceder también a alguna hembra. Hablamos y empezamos a progresar de repente y como nunca antes en cinco millones de años. Hablemos, pues.

-Tengo 76 años, me siento más creativo que nunca y creo que publico más y mejor cada vez. Nací en Chester, Inglaterra, pero investigo en E.E.U.U. Llevo casado 50 años con mi esposa: tres hijos. He dedicado mi vida a buscar los orígenes del lenguaje humano como lingüista y ahora en equipo con biólogos evolucionistas. Somos hijos del fracaso.

-Si nuestro material genético apenas se diferencia del de un chimpacé, ¿por qué el abismo intelectual entre ellos y nosotros?. ¿Por la evolución?
-Hummmmm. Darwin explica que la evolución avanza a pasitos; lenta y regularmente. Y así es: nosotros estamos siete millones de años evolucionando a pasitos, pero de repente, en los últimos 100.000 años, conseguimos una enorme explosión de progreso y tecnología que nos da el dominio sobre el planeta.

-¿Por qué de repente?
-Porque ahí aparece el lenguaje.

-¿Pero, ¿por qué en ese momento?
- ...Y sobre todo, ¿por qué de golpe?. Si hubiésemos evolucionado con el pasito a pasito darwiniano, los fósiles nos dirían que teníamos ya la mitad de capacidad para el lenguaje hace 3,5 millones de años en la mitad de nuestra historia de siete. Y no es así.

-¿Qué pasó?
-De entrada, el lenguaje no surge ex novo. Los científicos estamos de acuerdo en que antes del lenguaje humano tuvimos un protolenguaje, el mismo que hoy podemos enseñar a un mono o a un loro.

-¿A un loro?
-Sí, los loros no sólo repiten, también hablan. Irene Pepperbeig ha enseñado a su loro “Alix” a hablar ese protolenguaje. De hecho, cualquier animal que tenga una relación cuerpo-cerebro suficiente lo habla.

-¿Hablan? ¿De verdad?
-Usted le enseña a un mono una banana y luego la palabra banana. Le costará tres o cuatro mil repeticiones, pero el mono lo aprende. Luego dirá la palabra sin que él vea la banana y él le pedirá una. Pero lo bonito es que el chimpancé aprenderá la segunda palabra con 2.000 repeticiones y la tercera con 1.000 y al final con muy pocas repeticiones....

-El monito tendrá un vocabulario
-¡Más que eso!. Podrá unir conceptos. Como hacía el loro “Alix”: “Alix”, “pipas”.... ”¡Alix” quiere pipas! ¡”Charlie” quiere bananas! ¡El chimpancé “Charlie” quiere bananas!

-Con eso ya se pueden ganar la vida
-¡Y más! En seguida los chimpancés del laboratorio empiezan a pedir: “Hazme cosquillas”. Y para juntar las palabras no se les entrena. De algún modo saben hacerlo, tienen esa estructura innata de protolenguaje.

-Como nosotros
-Sí, pero eso aún no explica cómo llegamos a poder hablar como hoy.

-¿Un terremoto? ¿un ovni?
-No, no. Nuestro cerebro creció por diferentes causas, algunos sostienen que por algo tan sencillo como para irradiar calor....Yo creo que por una combinación de factores, pero tener un cerebro mas grande no explica aún el nacimiento del lenguaje. Y, cuidado, tener un cerebro más grande tampoco significa automáticamente ser un animal más listo.

-Eso está claro hoy también
-Además de millones de neuronas, necesitabas conectividad. La inteligencia es conectividad. Y para superar el protolenguaje y llegar al de hoy necesitábamos velocidad de cálculo. Hay que ser capaz de analizar en milisegundos conceptos y enviarlos en el orden exacto a los órganos y motores del habla.

-¿Y cómo aprendimos?
-Somos hijos de la necesidad y el lenguaje también. En los árboles teníamos alimento de forma más inmediata, pero en la sabana había que correr y no teníamos tiempo evolutivo para trasformarnos en veloces depredadores. Así que aprendimos a lanzar pedruscos y palos para cazar el conejo o disuadir a la fiera.

-¿Y qué?
Para aprender a lanzar un objeto necesitas un dificilísimo cálculo mental que no tiene ningún otro animal sobre el planeta. La trayectoria de tu brazo, el momento en que debes detenerlo, el impulso….Ese desarrollo cerebral sirvió también para pudiéramos empezar a hablar de verdad.

- Pero, ¿para qué queríamos hablar?
-Por lo que los paleoantropólogos denominan “altruísmo recíproco”.

-Usted dirá
-Por ejemplo, hoy en una manada de elefantes, el 85 por ciento de los coitos los monopoliza el macho alfa: el supermacho. Algo parecido sucede en muchos primates.

-Estupendo para él. ¿Y..?
-Nuestros antepasado elaboraron estrategias de alianza y cooperación para superar al supermacho. Esas estrategias requerían lenguaje abstracto. O aprendían a hablar o nada de hembras.

-Por ejemplo....
-“Tú vigilas que no llegue el jefe y hoy me toca a mí con las hembras”. Y el otro necesitaba contestar: “Pues ayer ya fuiste tú, hoy me toca a mí”. De forma que se desarrollaba el primer grado de abstracción lingüística: los tiempos. Tenía que haber un ayer, un hoy y un mañana en el lenguaje. Y sujetos distintos y eso era ya pensar de dentro afuera.

-Lo comprendo perfectamente
-¡Dejamos de vivir siempre en el presente como los demás animales! Ya no éramos como “Alix” y su “yo, pipas”.

-¿Y de ahí a la teoría de la relatividad?
-Una vez iniciado el primer grado de abstracción, las alianzas contra el supermacho dieron origen a organizaciones sociales complejas....La tecnología más poderosa es el modo en que nos organizamos los humanos.

-Y también la más peligrosa
-Sí, pero al tener lenguaje, primero limitado y en pequeños grupos y luego más y más complejo, desatascamos la máquina evolutiva. Al poder crear símbolos y abstracciones, incluso arte y representaciones, conseguimos la revolución simbólica y tecnológica que desembocaría en lo que hoy somos.